Comparto a continuación un texto que explica mucho más profundamente mi sentir. Espero que os llegue al corazón y os alegréis conmigo.
Hoy soy una mujer, madre de cuatro personas en crecimiento, y yo misma me reconozco en aprendizaje. En un proceso que comenzó con las mujeres que nos antecedieron y que continuará incluso, con mis propios descendientes.
Durante mi actual biografía he tenido grandes oportunidades en las que dejarme llevar por el sufrimiento, la oscuridad y la autodestrucción. Resultaban mucho más atractivas que hacer cualquier otra cosa. Pero mis cuatro hijos, esas cuatro raíces que me sujetan a la Tierra y al Universo, me han servido de apoyo para no dejarme arrastrar.
La humildad se define como saber lo que nos corresponde hacer, separar nuestras responsabilidades de las que los demás deben asumir, y aceptar de forma realista (escuchando atentamente nuestros sentimientos y examinando nuestro comportamiento y motivación con claridad y compasión) nuestro lugar en el Universo para luego dejar que Dios haga su trabajo.
A mi me está resultando muy difícil, porque soy: mujer, madre... y tengo grabado en mi pensamiento que soy la responsable absoluta de todo y de todos, excepto de mi misma, y que, ocuparme de mi es igual a descuidar mis responsabilidades.
Ya hace años que trabajo para cambiar esta creencia por otra: "cuando cuido de mi, cuido de todos y de todo". Pero reconozco que no consigo avanzar mucho... el mensaje contrario me bombardea constantemente desde mi entorno, en el trabajo, en los medios de comunicación, e incluso en la organización del sistema, que me obliga a ocuparme de muchas otras cosas y no me deja tiempo ni energía para mi misma ni para los míos.
Quiero reconocer mis dones. Lo que me diferencia de otros seres humanos. Lo que puedo aportar al Universo.
Quiero dejar de tener miedo, de sentir culpa, de llevar cada día más y más carga sobre mis hombros.
Mis cuatro raíces me dan fuerza y cada día ellas tienen más y más arraigo en el mundo, pero empiezan también a proyectarse hacia afuera, buscando su propio lugar en el Universo y alejándose de mi protección. Yo quiero estar ahí, con ellas, acompañando su crecimiento físico hasta la madurez de su cuerpo... y más allá. No usurpando, no dirigiendo, pero no quiero estar ausente, en mi sufrimiento, mi agotamiento y mi falta de esperanza.
A pesar de las dificultades que encuentro cuando trato de ser amorosa conmigo misma, voy a hacerlo de verdad.
Quiero acompañar a otras mujeres (madres) en este camino de la crianza, y aportarles lo que he aprendido, pero sobre todo darles apoyo.
Quiero acercar la lectura y los libros a las personas de todas las edades, que no lo tienen fácil para recibir ese regalo de la lectura compartida.
Quiero contribuir a una forma de consumo responsable y más justa para los productores y para todos.
Quiero encontrar una forma de empleo más adecuada para mi, para mis hijos y para otras personas.
He leído en algún sitio que:
- si le das un pez a una mujer, ella dará de comer a sus hijos aunque ella misma no coma.
- si le enseñas a pescar, lo hará mientras nadie le arrebate el derecho a hacerlo o contamine el lago en el que pesca...
- si le dejas el lago a su cuidado, durante generaciones ese lago permanecerá limpio y alimentará a sus hijos y a todos sus descendientes.
Yo tuve la suerte de poder aprender a pescar, pero he ido renunciando a mi derecho de pesca.
He permitido que envenenen mi lago. Y además me he conformado con el pez que me dan: cada vez más pequeño, más contaminado y más escaso. Tan pobre que, aunque yo misma no me alimente, no es suficiente para alimentar a mis hijos.
Quiero recuperar mi habilidad para alimentarme, cuidando de la fuente de mi alimento y el de mis hijos, preservándolo para ellos y sus descendientes, y gozando de la vida que cada día se me ofrece.
Este es mi proyecto de vida.
Desde hace casi veinte años, lo llamo... ANIMALIBROS.
Os invito a visitar mi web antigua, y la que estoy actualizando:
